
El
café de olla, servido también en tazas de barro, es una de las
bebidas más icónicas de nuestro país, junto con el chocolate y las
bebidas alcohólicas como el tequila y el mezcal. Es fácil de
encontrar, ya que en cada mercado es probable que haya al menos una
persona que lo venda, pero también es parte del menú de elegantes
restaurantes de comida mexicana. Ya que se le pone el piloncillo
desde su preparación, su sabor es muy diferente al de un café al
que se le agrega azúcar; ésta es una de las pocas bebidas de café
que se debe tomar endulzada.
Cafhigo de Vegetaco.
Dicen
que no hay dos personas que preparen el café de olla exactamente
igual, cada quien tiene un estilo particular, incluso cuando muchos
pasan toda la vida intentando reproducir exactamente el café que
preparaba su abuelita. Pero realmente vale la pena disfrutar las
sutiles o no tan sutiles diferencias. Si quieres probar una variante
muy interesante de este café, te recomiendo que vayas a la taquería
Vegetaco en el centro de Coyoacan y pidas un cafhigo; se trata,
naturalmente, de café de olla con higo. El sabor que obtiene de la
fruta se complementa perfectamente con los demás ingredientes, tiene
un perfil muy peculiar y no resulta excesivamente dulce. Ya sea sólo
o acompañando la comida, te recordará al café de olla tradicional y
al mismo tiempo te ofrecerá algo nuevo.
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