Mucho
se ha hablado recientemente de las propiedades benéficas del café.
Es antioxidante y diurético, reduce el riesgo de enfermedades del
hígado, diabetes y Alzheimer, ayuda a estar más activo, combate el
dolor de cabeza y las migrañas, en fin, hay muchos puntos a favor.
Recientemente la Organización Mundial de la Salud declaró que el
café no es un agente cancerígeno. Pero como cualquier otro alimento
también puede tener repercusiones y todo depende, por supuesto, de
cómo y cuánto se consuma. Aquí tienes algunas recomendaciones que
te ayudarán a seguir disfrutando de esta maravillosa bebida y que al
mismo tiempo sea lo mejor para tu salud.
Checa
la temperatura: como dije la OMS sacó al café de la lista de
cancerígenos debido a que éste no contiene ninguna sustancia
relacionada con dicha enfermedad. Pero se hizo hincapié en que el
hábito de tomar bebidas demasiado calientes puede causar cáncer.
Esto incluye también tés, tisanas, leche o cualquier otro liquido.
Así que pide o prepara tu café tibio, ¿quién dice que tiene que
estar hirviendo para estar perfecto?
Lleva
la cuenta: como ocurre con la mayoría de las cosas que consumimos,
hay que tener un límite. Como dicen, todo en exceso es malo. En el
caso del café, puede provocar irritación en el esófago y estómago
y elevación de la presión y del colesterol, entre otras cosas. La
cantidad recomendada suele ser aproximadamente de tres tazas al día,
aunque puede variar. Lo mejor es consultar a tu médico.
Combustible
para el gimnasio: beber café antes de hacer ejercicio tiene muchas
ventajas. En primer lugar te dará un boost de energía para
rendir más en la actividad física que vayas a realizar. En segundo
lugar la cafeína te ayudará a transformar los lípidos en
carbohidratos, hará más fácil la quema de calorías y además
puede ayudar a evitar la fatiga muscular. Pero ten en cuenta que
hacer ejercicio con el estómago lleno puede no ser buena idea, así
que tómate tu café unos 40 minutos antes o elije un espresso que
será menos pesado.
La
calidad sí importa: el café viejo, demasiado tostado, recalentado o
sobre extraído puede resultar mucho más irritante. Si optas por
café de alta calidad, fresco, con un tueste adecuado y una
preparación buena seguro no tendrás repercusiones negativas.
Sin
azúcar, por favor: relacionado con el punto anterior, un buen café
realmente no necesita azúcar, ya que tiene una dulzura por sí
mismo. Con frecuencia solemos ponerle azúcar para disfrazar el sabor
amargo de un mal café, pero a excepción del café de olla, esta
bebida no debería endulzarse. Esto es importante porque en muchas
ocasiones no es el café el que nos hace daño sino el exceso de
azúcar que consumimos en la vida diaria.
Para
los intolerantes: muchos de nosotros somos, en menos o mayor medida,
intolerantes a la lactosa. El chorrito de leche que lleva nuestro
café puede ser suficiente para complicar nuestra digestión. Por
otro lado, ¿quién no disfruta de un buen capuccino? Afortunadamente
hoy en día la mayoría de las cafeterías ofrecen opciones de leche
deslactosada o vegetal. Un consejo, las leches vegetales, como la de
almendra, soya o coco, no permiten un buen cremado al momento de
hacer un latte o un capuccino; en este caso te recomiendo
deslactosada. Pero si se trata de un americano con un poquito de
leche, cualquiera de las vegetales que mencioné quedarán perfecto.
En
conclusión, aprovecha lo bueno que te trae el café, disfruta su
maravilloso sabor y aroma, pero cuida tu salud mientras lo haces,
para que puedas seguir tomándolo el resto de tu vida.
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