
Natural
o seco
Es el
método más antiguo y no requiere de maquinaria muy compleja, aunque
el proceso es más laborioso. La cereza se pone a secar sin remover
ni la piel, ni la cáscara, ni el mucílago; esto puede tomar entre
20 días y un mes. Casi todo el café de la variedad Robusta y una
buena parte de la Arábica se procesa de esta forma, en especial en
zonas con poca lluvia, ya que la humedad hace este proceso
complicado. El resultado es un café con mayor cuerpo, acidez baja y
más variedad en las posibles notas que incluye el sabor,
especialmente afrutadas.
Lavado
o húmedo
Este
proceso requiere mucha agua y hace falta maquinaria especialmente
diseñada para este propósito. Antes de poner a secar el café hay
que pasar por una serie de pasos: se retira la cáscara y la pulpa
con uso de una máquina, para después se lava mucílago, lo cuál
toma entre 12 horas y un día. Es un proceso que rara vez se usa en
el café Robusta, en general se usa para la variedad Arábica. El
café resultante tiene un cuerpo más ligero, una acidez más intensa
y muy seguido tienen notas florales.
Honey
o miel
En el
proceso honey también se retira la pulpa y la cáscara, pero el café
se pone a secar aún recubierto de mucílago. Un mito común es que
en este proceso se ocupa miel, pero esto no es verdad, el nombre se
debe únicamente a la consistencia que tiene esta sustancia. El café
adquiere un sabor muy particular, notablemente dulce y con una acidez
balanceada, que también puede dar notas frutales, entre muchas
otras.
Así
que cuando vayas por una taza de tu bebida favorita, además de poner
atención al tostado, el lugar de origen y demás, puedes preguntar
cuál de estos tres procesos tuvo y sabrás aún con más detalle qué
características puede tener. Una forma más de acercarte a descubrir
el café perfecto para ti.
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